El Arte de la PazVivimos desde hace un par de décadas en la decadencia moral de nuestra sociedad, en el todo vale en las relaciones sociales para conseguir lo que uno quiere. El egoísmo particular e institucional se ha adueñado de la vida privada y pública en pos del sacrosanto dinero. Quién no tiene compañeros de trabajo dispuestos a pisarle a uno la cabeza por trepar, o simplemente que son muy vagos y te pasan los marrones, cobrando casi el doble que tú y viviendo mejor en la oficina que en su propia casa. Es sólo un ejemplo. Otro sería salir a la carretera en coche y ver a todos los desgraciados que conducen como si estuvieran solos en el mundo, sobrepasando el límite de velocidad y adelantando en línea contínua, poniendo en peligro la vida de los demás. Lo excepcional se ha convertido en la norma, y el mundo al revés en el cuento de todos los días.
Estamos inmersos en un ambiente poco relajado porque tiene uno que implantarse ojos en la nuca y hacer de la desconfianza santo y seña en las relaciones normales entre la gente. Es triste, pero es así.
El judaísmo y el islam, a diferencia del cristianismo, tienen la ventaja de que no consideran al hombre mejor de lo que es, lo aceptan en sus miserias y bajezas. No las potencian, premian la virtud de las acciones, pero sabiendo la dificultad que entraña ser mejor persona. El cristianismo, en cambio, al poner como modelo a un superhombre platónico y moral como Jesucristo, siempre está exigiendo la perfección en un mundo simple e imperfecto.
La bondad y la generosidad están mal vistas hoy en día. Te creen débil o pusilánime. Se respeta al agresivo y ambicioso en extremo. Al que presume y vacila.
Estar a la defensiva en todos los ámbitos, se ha convertido en una actitud usual.
Se le ha perdido el respeto al ser humano.
Yo mismo, envuelto en cinismo, como uno más de mi tiempo y sociedad, cada día le tengo menos aprecio al hombre, o sea, que a mí mismo también.
Me dan ganas de convertirme en justiciero, con la transformación desagradable que conlleva, o dejarme llevar por la fatuidad y seguir todas estas anti-normas sociales.
Defenderme machacando al prójimo, mientras pueda.
Es cansado, agota y necesita vitaminas extra, pero fortalece. Uno no debería salir de la cama para ir al trabajo, ataviado con una armadura y una espada, no todo el mundo sirve ni está dispuesto a aguantarlo, pero deberían apreciar la manera en que la vida les está fortaleciendo. Si ven que ese camino es inaguantable, que elijan otro para su existencia, más suave y amigable. Sólo que sepan el precio que quieren pagar por ser un poco más felices.
*Tener una creencia, cívica, literaria ó religiosa ayuda mucho en la consecución de una vida buena y recta. Y defenderla con la espada si fuera el caso en su propio camino del guerrero.
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