EL BMW Y LA TARJETA ORO


Entre el acceso a la universidad o preparar la oposición, yo me decantaría por lo segundo. Más práctico. En mi experiencia, la universidad es un largo camino, sembrado de textos plomos y profesores con un ego muy inflado. Poco que ver con la pedagogía, con la difusión del saber, la evolución del ser humano, que debería ser su motor, su ideal. Se sufre en la facultad para tener un título; se quiere un título porque da estatus, porque uno se siente más clase media, más a salvo de los despidos masivos y la pobreza. El título significa más pasta, más categoría profesional. Significa la corbata y el maletín, el parecernos a esos tipos de las películas americanas, los abogados de L.A Law o las series de médicos. En las películas americanas, que son el modelo mundial, los puteados no tienen título, y protas, los que tienen la casita y la familia con dos niños y chacha mexicana, esos han pasado por la universidad. No falla. En España lo copiamos todo, y lo copiamos con avidez de paletos. Nos hemos lanzado al título con avaricia, pero por el BMW y la tarjeta oro, no por el saber, no por hacernos más maduros, o por comprender el mundo mejor. Puestos a tragarse textos indigestos, mejor para conseguir un puesto, esto es, en una oposición. Una vez conseguido un trabajo más o menos seguro y confortable, uno puede dedicarse a estudiar historia, periodismo, teología... Es un consejo conservador, me doy cuenta. Ah, mi padre estaría orgulloso de mí...


Escrito por Smufo

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