En este país, los grupúsculos de ultraizquierda regionales suelen ser independentistas, malgastando su energías en idiomas locales y símbolos proto-nazi-onalistas, en vez de luchar por la justicia social y el internacionalismo de la clase trabajadora.
Me pareció aceptable que uno de estos grupos, en Galicia, pusiera artefactos explosivos en inmobiliarias, lo que me parece ridículo es que no lo hicieran tanto para protestar contra la especulación inmobiliaria como por gilipolleces independentistas del propio terruño. Creo que el terrorismo, cuando no atenta contra inocentes, es aceptable cuando muestra una protesta contra la injusticia económica y social, contra la represión de una dictadura, contra sistemas que no respetan los derechos humanos. El terrorismo debe ser siempre la última opción cuando el sistema no deja abiertas otras opciones pacíficas de participación. Lo que es condenable es el terrorismo de ETA, las Brigadas Rojas, las FARC, los paramilitares colombianos, Al-Qaeda, el terrorismo de estado, etc.., porque empeoran la situación, son mafias que sólo aspiran al control nazi del ciudadano. No buscan soluciones para la gente, no quieren al pueblo ni al trabajador a los que muchos de ellos dicen representar. Son totalitarios. Por eso siempre preferiré a los anarquistas.
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