LOS DE ARRIBA, LOS DE ABAJO


NO LES FALTA DE NADA

Toda esa gente aburguesada que no hace más que quejarse, y nunca le faltó de nada, nunca tuvieron problemas graves, nunca tuvieron que luchar por conseguir algo en la vida, toda esa gente que regala sus opiniones intolerantes, simplistas, vacías, que nunca se pone en la piel del otro, que se asusta fácilmente y pide seguridad y mano dura cuando piensa que la situación se desmanda, toda esa gente que acepta lo que les echen encima porque nada debe alterar su status quo, toda esa gente que no moverá un dedo por los otros, que como mucho ofrecerá una pizca de apoyo moral, toda esa gente que vota sin pensar en las consecuencias, todos aquellos fariseos que se golpean el pecho en misa diaria y no saben ver a su dios en la figura del que sufre, del desposeído, del que no tiene nada. A toda esa gente le deseo que nunca le falte algo que llevarse a la boca ni un techo que le cobije.


LA MASA

Tropas de trabajadores a la salida de las oficinas, cogen el metro, los autobuses o los coches, se dirigen a sus casas, se hacen la cena y se ponen los programas de televisión atontantes, masivos, publicitarios, y cuando llega el fin de semana ocupan todos los centros comerciales posibles como única posibilidad de ocio donde poder gastar el escaso dinero que ganan de lunes a viernes en jornadas agotadoras, en trabajos enrevesados y absurdos, y se relajan consumiendo ropa, alimentos, cine, videojuegos, ropa, zapatos, teléfonos móviles, ordenadores, automóviles, que ellos mismos han ayudado a crear y que después se fabrican en Asia, a precios más baratos, con la suerte occidental de poder consumirlos en galerías comerciales europeas y norteamericanas a precio accesible, lo que no pueden hacer los trabajadores asiáticos explotados en condiciones de esclavitud, que ni siquiera pueden convertirse en consumidores y aliviar la ansiedad comprando en esa rueda viciosa creada.

Después, los soldados del tercer mundo que llenan nuestros poderosos ejércitos, van defendiendo nuestros intereses comerciales allá donde hay petróleo o materias primas, aunque esto se está quedando antiguo, ya casi no hace falta movilizar tropas, (tristes EEUU que se siguen comportando como un imperio antiguo), ahora son nuestros gobiernos y multinacionales los que firman acuerdos fraudulentos, debajo de cuerda con países pobres o en vías de desarrollo, y se les amenaza con sanciones o subidas de los aranceles a sus exportaciones si no dejan entrar nuestros productos. Y mientras sucede todo esto, la gran masa de trabajadores que sostenemos esta precisa maquinaria de dinero, sigue enfrascada en el reparto de migajas, y a veces, se enfada y se mata entre ellos, mientras el poderoso se repantinga en el campo de golf, a salvo de aquella bomba que un demencial mártir de la fe islámica hará explotar en un tren lleno de trabajadores anónimos y pobres como las ratas.

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