LA OFICINA ES COMO ESTAR EN COMA

Atravesando una enmarañada selva de cotilleos, rumorología, caras de palo, borderías y maledicencias, llegas a tu sitio, en la isla de desconocidos, y observas a las colegas vestidas como zorras y a sus jefas ataviadas como pijas. Sé que han tenido que pasar lo suyo, como fingir que no van a tener hijos para que no las despidan o les impidan trepar, pero ahora eso no me sirve. Descubres la jungla de miradas bajas y silencios cómplices, poco avergonzados. Casi nadie se atreve a protestar públicamente, porque saben lo que les espera, las represalias. Los comités de empresa y los sindicatos ya no existen, y si queda algo de ellos, son inútiles maniquíes. Y aunque no hubiera sanciones, daría lo mismo, la gente ya ha interiorizado el conformismo y la sumisión. Sé un pringado como yo, ahora te toca a ti. No te voy a ayudar porque conmigo no lo hicieron..etc..
Casi todo el mundo que conocemos parece quemado, todos se quejan de jefes mediocres y tiranos, de malos compañeros, de trepas, de indiferentes. El estrés por el caos organizativo y las presiones insoportables nos mandan al médico, que se convierte en expendedor de antidepresivos y relajantes musculares. Quién fuera autónomo, ordenanza, mensajero, limpiador, mozo de almacén....

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