Nadie cuenta con nadie. Los camioneros y transportistas no piensan en los consumidores ni en el ciudadano común, ni en las consecuencias e inconvenientes producidos a estos. El personal del Metro de Madrid y el de Cercanías Renfe tampoco piensan en los miles de trabajadores a los que perjudican con sus huelgas encubiertas, con los retrasos que originan y que destrozan los nervios a los usuarios de estos medios de transporte. Podemos entender y compartir los motivos de la protesta, como trabajadores que somos, pero hay medios para hacerlo de forma ordenada : sindicatos, colectivos, asociaciones, lobbies..
Si la patronal no escucha, si las instituciones gobernantes se levantan de la mesa de manera unilateral, no es solución tratar de boicotear los servicios haciendo pagar las injusticias empresariales al usuario común, que no tiene la culpa. O se emplea la lucha violenta directa o no se emplea, pero no caben las medias tintas, que se quedan en medidas inútiles.
No es de recibo que Esperanza Aguirre o Gallardón se enfrenten a los huelguistas de la sanidad pública o de los servicios del ayuntamiento, diciendo que como se les ha votado a ellos, tienen carta blanca para desmantelar el sistema, y que no quieren oir hablar ni de quejas ni protestas. Si todos somos unilaterales, me abstengo yo de pagar a hacienda, a la contribución pública, o al servicio de parking público, ya que yo no les voté ni para la Comunidad ni para el Ayuntamiento, por lo cual yo no les he dado permiso para hacer nada, y como todos somos unilaterales y no respetamos las decisiones de la mayoría, me tomaré la libertad de amenazar de muerte a un conductor de metro que pare el convoy sin previo aviso ni avería, de atropellar a un miembro de un piquete fascistoide, y de apedrear a la Presidenta de la Comunidad. Yo también quiero ser fascista, y de los buenos.
Si la patronal no escucha, si las instituciones gobernantes se levantan de la mesa de manera unilateral, no es solución tratar de boicotear los servicios haciendo pagar las injusticias empresariales al usuario común, que no tiene la culpa. O se emplea la lucha violenta directa o no se emplea, pero no caben las medias tintas, que se quedan en medidas inútiles.
No es de recibo que Esperanza Aguirre o Gallardón se enfrenten a los huelguistas de la sanidad pública o de los servicios del ayuntamiento, diciendo que como se les ha votado a ellos, tienen carta blanca para desmantelar el sistema, y que no quieren oir hablar ni de quejas ni protestas. Si todos somos unilaterales, me abstengo yo de pagar a hacienda, a la contribución pública, o al servicio de parking público, ya que yo no les voté ni para la Comunidad ni para el Ayuntamiento, por lo cual yo no les he dado permiso para hacer nada, y como todos somos unilaterales y no respetamos las decisiones de la mayoría, me tomaré la libertad de amenazar de muerte a un conductor de metro que pare el convoy sin previo aviso ni avería, de atropellar a un miembro de un piquete fascistoide, y de apedrear a la Presidenta de la Comunidad. Yo también quiero ser fascista, y de los buenos.
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