SOBRE ÁCRATAS E INMIGRANTES EN LA REALIZACIÓN DEL "SUEÑO EUROPEO"


Es curiosa la relación del ácrata con la inmigrante en la película "UN NOVIO PARA YASMINA". El vago anarquista se casa con Yasmina para que le den los papeles, recomendado por el marido de una voluntaria de ONG de ayuda al inmigrante. Yasmina no le respeta, porque, aunque agradecida por el favor (mal remunerado con 500 euros), piensa que el ácrata es un vago inconsciente que no le da ningún valor a la educación ni al esfuerzo del trabajo, que no es ambicioso ni lucha por mejorar. Yasmina es una mujer joven marroquí que aprovecha la libertad que le da Europa a las mujeres, las oportunidades que se le brindan a las mujeres guapas (no hay que olvidar que este favor se le hace porque el marido de la voluntaria está secretamente enamorado de ella), es ambiciosa, no lleva pañuelo siendo musulmana, se integra con los españoles y desea adaptarse. Se busca la vida. El ácrata, según ella, no valora el valor de la educación, ella sí porque viene de un país pobre donde no todo el mundo puede estudiar. Creo entrever una pequeña reflexión en esta película que comparto : en pos del multiculturalismo y de cierta ingenuidad por el exotismo, muchas ong´s, ayuntamientos y comunidades autónomas regalan cosas, ayudan al inmigrante a integrarse, y después la gente se lamenta que éstos no agradezcan esa ayuda y vayan a su rollo, como todo el mundo. La visión que se da del emigrante es de igual a igual, no es un pobrecito del que haya que apiadarse ni buscarle novio, no hay que desvivirse por él para que se busque la vida, ya lo sabe hacer la persona misma, porque en realidad, para nadie, español o extranjero, es fácil sobrevivir en esta sociedad. Es como si pasáramos ya a la segunda fase, a una visión de la inmigración más madura. El ácrata, el rebelde, el que no se casa con este sistema capitalista, está en el mismo nivel que el inmigrante, es un rechazado, un marginado, con la diferencia que este se autoexilia, mientras que el extranjero quiere entrar y ser uno más, que no rechaza el sistema porque viene de donde no hay apenas nada. El cínico anarquista acaba ayudando a la inmigrante casándose con ella como el último peón de la cadena explotadora, según otra voluntaria de la ong, pero ésta también espera una gratificación moral por ayudarles. El problema está en que hay leyes que impiden entrar y quedarse, y ahí es donde acuden las mafias y muchas veces, la buena voluntad equivocada, que intenta paliar las injusticias del sistema con soluciones que tampoco arreglan mucho. Hay un personaje, la polaca que se ocupa del ropero de la ong, que no se considera inmigrante ni extranjera, sino igual que los españoles porque tiene su trabajo fijo y su lugar. Y es a eso a lo que aspira todo el mundo, a tener una ocupación remunerada, una estabilidad y una aceptación, un papel en el nuevo país. Cuando el ácrata, pasado el tiempo, consigue su trabajo ideal, una humilde ocupación de conserje de instituto, es cuando comienza a ser respetado por Yasmina, reflejo ella de la opinión de la sociedad mayoritaria: el valor del trabajo; sin éste, en nuestra sociedad, no se es nada.

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