CARTA A OSIRIS (PROFESIONAL PANAMEÑA)

Lo que más temo en este momento, es la deshumanización del ser humano en el entorno laboral de los negocios y las empresas, pues se han sustituido los valores éticos por la rentabilidad y la productividad. Eres lo que tienes y lo que produces, nos tratamos como si fuésemos máquinas. Aquí en España, y en Europa en general, se está devaluando nuestro famoso estado del bienestar y caminamos hacia un modelo más norteamericano, pero sólo picando lo peor de ese modelo, en vez de agarrar lo mejor, el reconocimiento del talento y la experiencia, el dinamismo laboral y social. Nuestros países están prisioneros de las instituciones financieras internacionales, y nuestros gobernantes sólo se preocupan de reducir la deuda que deben a los grandes bancos, con lo cual, recortan gastos que afectan a las capas sociales más pobres. Al final, va a tener que ser la iglesia, con su caridad, la que los ayude, como siempre. Teníamos un modelo de capitalismo suave, socialdemócrata, que se está convirtiendo en un capitalismo salvaje para el que no estamos preparados. En los países latinos europeos, con fuerte tradición católica, no nos acostumbramos a la filosofía calvinista del trabajo y la rentabilidad, pues como sabes, Jesús echó a los mercaderes del templo, y valían más los actos para salvarse que la fé, con lo cual los católicos no se llevaban bien ni con el negocio ni con el dinero. España no se ha librado de este nuevo calvinismo capitalista que devalúa al ser humano, y lo estamos interiorizando, asumiendo los roles de perdedores y ganadores, como si ser pobre fuera sólo culpa tuya. Yo mismo me encuentro desempleado, junto con otros cuatro millones de compatriotas, y no me siento culpable por ello, pues yo no controlo las decisiones ajenas de personas que deciden si soy rentable o no, independientemente de mi esfuerzo y talento. Sólo soy un número en su cuenta de resultados, personal subcontratado prescindible. El sistema no puede pedirme que me involucre ni en mi profesión ni en sus empresas, pues es todo arbitrario, de poco sirve mi motivación e interés. Esa falla del sistema está creando rebeliones internas, escisiones personales, luchas sólo para la supervivencia, no para el progreso profesional (de unos pocos privilegiados). Así son las cosas en este momento. Es tiempo de replantearse valores más humanistas, pues nos adentramos en la oscuridad. Creo, que cada persona, desde su ideología, creencia o religión, puede hacer una revolución personal para aportar algo positivo a la comunidad y al colectivo.

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