Siento sentirme pesimista, pero hoy, Día de la Hispanidad, es la mejor ocasión para expresar mi escepticismo y desilusión ante un país que no ofrece oportunidades a sus ciudadanos. Desconfío y rechazo este banal patriotismo de ricos, de gente sin problemas para salir adelante, de la élite poderosa que exhibe orgullosa los colores de la nación, explotadora, sumisa al dinero, a los bancos, a los poderes financieros, y que realmente no quiere a su país, sólo se quieren a sí mismos. No quieren el bien para sus conciudadanos, no luchan por mejorar nuestras vidas, no reparten la riqueza generada por nuestro trabajo. Qué buen patriotismo el del que mira a largo plazo, y tiene voluntad de construir un gran país justo y sostenible, educado, formado, de ideas claras. Hacen falta líderes de los que podamos sentirnos orgullosos, y proyectos colectivos ilusionantes, creativos y positivos, que vean más allá de este cegato bipartidismo.
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