KATALUÑA


La elecciones catalanas ya me están cansando. Los tratamos en los medios como si fueran algo distinto, con su idiosincrasia propia y su hastío político particular.
Pero todos somos distintos. Quizá en el resto de España somos un poco más homogéneos, en el sentido de un tradicional bipartidismo sazonado con terceras fuerzas nacionales intermitentes y partidos regionalistas y nacionalistas más o menos folclóricos, exceptuando Euskadi, que ya tiene su castigo particular.
Y quizá Cataluña sea nuestra región más italiana, no sólo culturalmente hablando, sino en la sana diversidad de sus fuerzas políticas.
Tienen una derecha propia, con maneras agrias, cínicas y ramalazos autoritarios, que se llama CIU, un PSC desnortado, que abandonó sus señas obreras y republicanas para abrazar un discurso nacionalista, y una izquierda soberanista e independentista, que representa lo peor de lo denominado "progre", con Esquerra e Iniciativa, que van de antisistema y altermundismo, pero pactarían con cualquiera que les de una conselleria. Después, tendríamos las fuerzas frikis, que recogen cierto voto descontento y populista, como el PP, el partido de Porta, el de Anglada, etc.., y finalmente, Ciutadans, un partido surgido como reacción al pensamiento único, a la dictadura catalanista, a la homogenización lingüística, un partido nuevo, fresco y profundamente liberal, en el sentido de compromiso con las libertades humanas, que se tiene que abrir a codazos en la política catalana, a base de moderación y razonamiento.

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