DOS DISCURSOS PARA LA REFLEXIÓN


Sólo una objeción a las lúcidas palabras de Anguita. También el pueblo tiene parte de culpa en esa falta de democracia real en la gobernanza de los países, pues tampoco la ha exigido a sus gobernantes y se ha aprovechado de la bonanza económica para endeudarse sin límite, para hipotecarse y para consumir sin cabeza, cuando nadie les ponía una pistola en la sién para obligarles.
Estoy convencido de que los ciudadanos tenemos idealizado al sistema democrático, y le pedimos más de lo que éste nos puede dar. Creo que es mucho más importante un sistema de libertades individuales como el que tenemos, que un sistema "limpio y directo" de elección de nuestros representantes políticos. Claro que, y ahí apoyo a Anguita, parece que existan dos niveles distintos de libertades, uno, el más proclamado por los próceres del sistema, en el que estarían englobados de forma general, los derechos humanos, la libertad de expresión, de religión, etc.., y otro nivel, de represión de libertad laboral y económica, en el que nuestras vidas se ven limitadas por las directrices del mercado, que son los poderes reales, los que mediatizan nuestra supervivencia real dentro de la sociedad "libre" occidental en la que vivimos.


Deberíamos en Europa prestar más atención a los discursos de los diputados en los parlamentos de las jóvenes democracias de países en vías de desarrollo (o quizá desarrollados de otra manera), como México, Ucrania, Túnez, Egipto, Colombia, Argentina, etc.., pues sus modos y maneras, no tan pulidas ni tan hipócritas como en la Vieja Europa, dicen mucho más del momento en el que vivimos que nuestras sopas con honda.
En EEUU, en Europa, nos han metido en la cabeza ideales muy teóricos sobre la Igualdad, la Libertad y los derechos humanos, aspiraciones excesivamente altas y loables, que a la hora de la verdad, siempre imperfecta, nos producen al ciudadano frustración y rabia, por no cumplirse muchas de ellas en la vida "real".
Cuando contemplamos esta realidad en países que han ido conquistando con mucho trabajo estas libertades, nos damos cuenta de lo mucho que tenemos, a pesar de todo, y que a pesar de crispaciones pasajeras en la escena política, conseguir que no nos andemos matando los unos a los otros, es ya un logro.
Las revueltas en Argelia y Túnez nos dicen que ahora les toca a ellos, que no podemos minusvalorar las ansias de progreso de poblaciones sufrientes, que piden libertades, participación, trabajo y seguridad. Mas desunidos que nunca los europeos por la crísis, no queremos entender que la Europa Unida fue un gran paso y un ejemplo para otros lugares. No lo desaprovechemos, enrocándonos en nosotros mismos y en nuestras pequeñas miserias.

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