NI SIQUIERA UNA TECNOCRACIA


Me parece un peligro, a la vez que un signo funesto de nuestro tiempo, la actitud y la manera de gobernar del PP en sus comunidades y ayuntamientos. La idea que suelen transmitir es la siguiente: si se sienten respaldados por los votos, esto les legitima para intentar cambiar el sistema, el status quo, y además, muchos de ellos, se sienten libres de enriquecerse ellos y sus amigos con contratos privilegiados, con actitudes de nuevos ricos, o abiertamente empresariales, en las que mantienen una fachada políticamente correcta de servicio vacío al ciudadano, pues no creen en la participación de la gente, ni en las asociaciones de vecinos, ni en los colectivos, y sólo comunican a la población con mensajes propagandísticos populistas a su alcance, que todo irá bien si la gente no se mete en política, si no se les critica la gestión, si se les permite hacer y deshacer a su antojo. Ese gobierno para el pueblo sin el pueblo, tan mediático, tan pragmático, tan sin ideología, tan elaborado a la manera de un consejo de administración de una empresa, tan exquisitamente educado en sus maneras de cara a la galería, pero tan frío y galvanizado como un departamento de recursos humanos, ni siquiera llega a parecerse a una tecnocracia, pues no se compone de funcionarios especializados que simplemente hacen su trabajo y después se van a su casa, sino de líderes que confunden su partido con la institución que gestionan, y se benefician de su posición, gracias a los votos de los ciudadanos, para salir beneficiados a nivel particular, o de casta social y económica.
Tristemente, esto no es un defecto propio del Partido Popular, sino extendido también al PSOE y a todos aquellos partidos que se eternizan en el poder o que lo asumen como algo suyo, que les pertenece. No aceptan que esa responsabilidad se la hemos entregado nosotros para que hagan un buen uso de ella, y que una vez que acaba su mandato, tienen que devolverla a su legítimo dueño, el pueblo.

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