POR NOSOTROS NO SERÁ


Recuerdo aquellos años 90, cuando la democracia me importaba. Escribía sobre los fallos de un joven sistema político, que con el tiempo, se ha visto lleno de corruptelas regionales y como un chiringuito que se han repartido los dos grandes partidos.
Actualmente, me embarga la apatía y el hastío, la falta de ilusión por mejorar el sistema en el que vivo. Sólo me refugio en lo muy local, donde aún creo que puede ser posible la participación real del ciudadano. Creo también en las libertades individuales, en gran parte garantizadas en nuestro continente, pero pienso que nuestra influencia como pueblo no va más allá del carrito de la compra, ya que, con esta crisis económica, se nos ha demostrado que poco podemos hacer para cambiar a los poderes económicos, que son los que realmente nos gobiernan.
Por todo esto, no puedo más que admirar y aplaudir a las masas de ciudadanos tunecinos y egipcios, que pidiendo libertad, trabajo y mejores condiciones de vida, más reparto de la riqueza, menos desigualdad económica (se dice que la verdadera motivación de estas revueltas en el Norte de África, es la sangrante subida de los precios de los alimentos), han presionado para derrocar a sus autoritarios gobernantes.
En España, en Europa, asistimos impasibles al incremento de los precios del combustible y de la energía eléctrica, que influyen en los precios del resto de productos básicos. Aún no se han producido revueltas, porque todavía la población vive de las rentas de la bonanza económica, y de las ayudas miserables del estado a los desempleados, que palia algo la dramática situación. (Leí hace pocos meses, un magnífico artículo en El País, que detallaba un mundo futuro terriblemente cercano, en el que la mayoría de la población desempleada, recibía una renta básica de subsistencia por el estado, y una minoría de trabajadores especializados, a duras penas podría mantener con sus cotizaciones el sistema público de pensiones y sanitario). Este gobierno ha puesto en cuarentena su compromiso ecologista, al ser presionado por las circunstancias económicas (y por la falta de creencia en su ideología y quizá por algún lobby industrial) y va a seguir usando la energía atómica, más barata en principio, para aliviar la suicida dependencia externa que tenemos de los países productores de petróleo.
Hay que recordar que si Europa ha mantenido en el poder tantos años a sátrapas como Ben Alí, Mubarak, etc.., no es sólo por el pavor paranoico a los islamistas, sino para garantizar ciertos intereses estratégicos y económicos europeos, americanos e israelíes.
Europa y EEUU se contentan con garantizar las libertades democráticas en sus propios países, y para mantener los altos niveles de vida y de consumo de sus ciudadanos, priorizan la seguridad de sus intercambios comerciales con países de regímenes autoritarios, pues lo que es verdaderamente universal para nuestros sistemas de vida, es el capitalismo y el libre mercado, no los derechos humanos ni la democracia.
Allá se las apañen solos los ciudadanos de otras naciones para conseguir un sistema de libertades, como se ha visto en el caso tunecino y egipcio.
Si estas acciones en Oriente Próximo no nos remuerden la conciencia, si no nos hacen replantearnos nuestra actitud hipócrita, es que no tenemos posibilidad de salvación alguna, y sólo resta que sigamos en caída libre hacia sistemas berlusconianos de pseudo-democracias corruptas y encanalladas.

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