PLAZA OKUPADA


Hoy he visitado como un turista el CAMPAMENTO 15M en la Puerta del Sol. Me he quedado maravillado por los lemas imaginativos y creativos escritos en carteles y pancartas colgados de los andamios y fachadas comerciales de esta plaza céntrica de Madrid. Herederos del Mayo del 68, de Bolonia, Seattle, Lisboa y Atenas, este movimiento español ha respondido, fijándose en esos modelos, pero también en la tradición autogestionada y libertaria de las casas okupas repartidas por todo el territorio. Pero hay una diferencia, esta vez conectan con mucha más gente de variadas generaciones, no son marginales ni sectarios. No pueden etiquetarse como grupos antisistema, ya que como ellos muy bien dicen, este sistema es ANTINOSOTROS. Nos ha sumido en la pobreza, la precariedad y el desencanto. Este capitalismo duro, salvaje y sin piedad que todo lo arrasa, que extermina lo poco que queda del sistema de bienestar español, y que aún pide más recortes, comandados por la señora Merkel, nuestra verdadera gobernante. Ay, si Hitler levantase la cabeza, estaría orgulloso, pues lo que él no consiguió por las armas, lo consiguió Merkel con sus multinacionales germanas. Ella nos pide que unifiquemos las vacaciones, que trabajemos más (como si ya no lo hicieran los pocos que tienen el privilegio de trabajar), que nos jubilemos más tarde, como si jubilarse a los 67 fuese temprano. Trichet, el del Banco Alemán, (perdón, Europeo), pide más ajuste fiscal, más control de la inflación, todo a costa de nuestros derechos adquiridos durante décadas. Está claro que desregulando más, privatizando más, liberalizando, como ellos lo llaman, sólo conseguiremos más pobreza y miseria.
Yo he conseguido un trabajo temporal desde hace poco, y tengo una hipoteca. No me quejo, pues ha sido mi elección. Vivo en el recurrente espejismo de creerme clase media. Trabajadora, pero media. Pienso que me puedo permitir algún viajecito en línea aérea de bajo precio, y comprarme una bicicleta para hacer deporte los findes. Leo El País y escucho la Ser y RNE, me creo progresista decepcionado con los socialistas, pero progre, aunque en realidad sea un currito obrero que casi con 40 años, alterna el paro con trabajos temporales, y encima, da gracias al cielo por tenerlo.
Ya no me siento tan joven ni en la misma situación que estos chavales que piden cosas bastante lógicas y razonables, pero les apoyo porque todos estamos en el mismo barco. Quizá yo lleve algo más de tiempo, acostumbrado a estas deplorables circunstancias laborales, económicas y sociales. Desde que estoy en Madrid, unos 11 años, he visto ir todo a peor. Sufrí las condiciones penosas de la subcontratación en callcenters de grandes compañías de telecomunicaciones, en empresas de seguros, y la subida imposible de los precios del alquiler y de la compra de vivienda, que comenzó a expulsar a la gente de las grandes ciudades al extrarradio o más allá. Tengo la piel un poco más curtida, y quizá ya esté resignado y curado de espanto, aceptando este deterioro como algo fuera de mi control. Por un lado, me ha hecho bajar mis expectativas de vida, mis antiguas ambiciones, y me ha dado la paz a nivel laboral, pues he entendido que si me despiden o paso de un trabajo a otro, no es por mi culpa, por ser mal trabajador. Sólo soy una pieza, vendo mi trabajo, y cuando no me necesitan, prescinden de mis servicios. No es algo personal. Y eso da mucha serenidad, pues no te hace responsable de tu carrera profesional, sólo te hace preocuparte por tu vía de supervivencia, como en la edad media. Me ha hecho ver que en las empresas españolas, hay dos tipos de colegas, los indefinidos, verdaderos privilegiados, y los temporales como yo, sin sentido de pertenencia, sin implicación, libres moralmente, que tratan a la empresa de igual forma que ésta te trata a ti, sin deberle nada más que un puesto TEMPORAL de trabajo, una fuente de ingresos a fin de mes. Así son las cosas, sueldos bajos, precariedad, explotación, movimiento, traslación, distancia, perspectiva.
Pero comprendo que estos chavales no lo asuman, que no acepten que este deba ser el estado de las cosas después de salir de estudiar una carrera, o una fp, lo que sea.
Los de mi generación, en su momento, creo que nos acomodamos, cogimos la litrona y empezamos a filosofar, o a quejarnos, salieron muchos intelectuales y artistas de entre nuestras filas, mucho moralista de barra de bar, y también muchas risas, je je.
Pero en cuanto tuvimos unas pelas en el bolsillo, fuimos corriendo a gastarlas, eso sí, no en tonterías (o sí), sino en cosas que nos gustaban. Bueno, lo mismo da.
Sólo que la cadena se rompió, y a las empresas, al sistema económico ya no le interesó que los trabajadores se sintieran satisfechos como consumidores, se empezó a destruir el empleo y la pobre clase media se convirtió en paria, empezó a deber dinero, y a ahorrarlo como sus abuelos y padres en la posguerra, por si llegaban malos tiempos. Y dejó de consumir, o sólo compraba productos baratos que le hicieran creer que aún mantenían de cierta manera su antiguo estatus de vida, pero gastando menos dinero. Los españoles nos adaptamos a todo, y de algo ha servido ese chip interno de recuerdo del franquismo, para volver a la filosofía de la vida escasa. Al gastar menos, y al caer el sector de la construcción con el estallido de la burbuja inmobiliaria donde todos nos creímos nuevos ricos, se destruyeron empresas que vivían de nosotros, y eso produjo más parados.

Desde que tengo conocimiento, he visto el Concepto Paro y el Concepto Terrorismo como los dos grandes problemas irresolubles y eternos de la condición española. Ahora ha vuelto el primero con más virulencia, y la evolución de los acontecimientos, indica como en otros países europeos, inestabilidad económica, caída de gobiernos, emigración a otras latitudes más desarrolladas. Esta vez, la juventud ha manifestado su descontento, pues todavía cree en la democracia, sólo que ellos no están en los Consejos de Administración de los grandes bancos y corporaciones, los que verdaderamente mandan sobre todos nosotros, además de la señora Merkel, o perdón, el señor presidente de Volkswagen ó de la Siemens.

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