CONMIGO QUE NO CUENTEN

Esta bitácora tiene poco que aportar al magnífico debate político surgido por obra y gracia del Movimiento 15-M. Sólo puedo dar mi opinión personal sobre lo que este movimiento político-social ha influido en mi conciencia como ciudadano. Mientras a otras personas les ha movilizado, a mí personalmente, me ha desmovilizado (como votante). Sus mensajes han hecho caer el velo, la máscara que tapaba el engaño de nuestro sistema falsamente democrático. Siempre he tenido el convencimiento de que debía votar, sobretodo a opciones minoritarias y más acordes con mis ideas y planteamientos. Pero ya no, eso ha cambiado. Ya no deseo votar, quiero unirme a las filas de la abstención, y me da igual favorecer al partido más votado con esta postura. No voy ni a votar en blanco ni nulo. No lo voy a hacer como protesta ni como ciudadano implicado, nisiquiera como pasota o indiferente. Es un sistema que no me atañe, que no va conmigo, que es como un parche. Mientras no votemos en referéndums, para modificar la constitución, o en listas abiertas, o mediante el voto online o electrónico, mientras no se tenga en cuenta una participación mucho más activa y directa del ciudadano, mientras no se escuchen a los movimientos sociales que piden más transparencia y educación democrática, a mí que no me busquen en los colegios electorales. (A no ser que me toque ir a las Mesas por sorteo, y de eso es difícil librarse).
Recuerdo que un conocido de mi antigua ciudad, me llamó desde un campamento asambleario del 15M que iba en la marcha hacia Madrid. Él, un poco perroflauta, había visto su modo de vida y su ideología muy identificada con los planteamientos del citado movimiento, y por primera vez en su vida, se sentía muy interesado en la actividad política. A mí, por contraste, me ha sucedido al revés. Siempre he estado implicado en la dialéctica política, y he intentado leer lo máximo posible a mi alcance sobre ideologías, partidos políticos, etc.. Pero me he dado cuenta de que me estaba moviendo en un sistema caduco y finiquitado. Por un lado, como otros muchos, me siento feliz de que argumentos antiguos sobre los fallos de nuestra joven democracia, se planteen ahora con frescura y energía renovadas, y que sea la gente más joven, las generaciones modernas las que los defiendan.
Por otro lado, quizá sea la decepción con el sistema, o simplemente, que al estar en una escala baja de la sociedad como clase trabajadora, veo de cerca el aliento de la crisis económica, de la exclusión social, de la inseguridad. Me aferro como muchos, a mantener un mínimo de calidad de vida, modesto y sin grandes gastos ni lujos, con la ideología práctica de que se mantengan los servicios públicos de la sanidad y la educación, y como miembro de la mayoritaria clase media trabajadora, me aterra perder liquidez y calidad en servicios básicos. Por eso no votaré nunca a la derecha ni a la devaluada izquierda del psoe, miembros de una casta que se sucede en el poder, bendecida por la élite económica, que es en realidad quien los quita y los pone. Como nuestro voto no decide nada, como ellos ya se van turnando cuando les toca, y como nuestra ley electoral no beneficia a partidos minoritarios nacionales, pues no voto, porque no quiero ayudar a mantener un sistema en decadencia que no me representa. Y si eso ayuda a la derecha, pues la ayudo, ya que prefiero ver en el poder de un sistema que no me concierne, a la versión original del capitalismo puro y duro, y no a malas copias que todavía se dicen de izquierdas para engañar a sus votantes. Pero les ha salido el tiro por la culata, porque ya no nos engañan más, hemos aprendido a base de palos.

(Y veo con cierta preocupación, que gentes muy distintas que vienen desde la derecha y la izquierda más o menos radical, coinciden en no votar porque no se sienten representados ni por los partidos ni por el sistema. ¿Abrirá esto el camino a ideologías peligrosas antisistema, populistas y racistas o abiertamente terroristas?)