Horizonte

Como quizá hayan intuido los escasos seguidores que suelen leer las entradas de este blog, la política me está hastiando, por eso escribo poco. Todo está transcurriendo con mucha rapidez, y la realidad puede vislumbrarse como un meteórico caleidoscopio en las redes sociales. Democracia Real, 15-M, Toma las calles, Democracia 4.0, los tecnócratas que ahora gobiernan en Italia y Grecia, las revoluciones sociales, todo esto está dejando atrás a las antiguas estructuras, las viejas ideas, las instituciones fosilizadas. Twitter, Facebook, los iphones, su inmediatez en la transmisión de noticias y convocatorias, y los medios tradicionales intentando seguir su ritmo con la lengua fuera, sin llegar a atraparlos jamás. Y yo intento reflexionar y posicionarme ante tanto cambio, la historia me atrapa y me arrastra, aunque esté sentado ahora en el sofá de mi casa, ante el ordenador, lejos del meollo de los acontecimientos. ¿Qué sucederá el 20-N? ¿Está todo el pescado vendido como nos hacen creer? ¿No hay manera de influir con el voto?. Yo sigo igual, desempleado a ratos, trabajando con discontinuidad, sin ver una salida clara, como tantos en este país, en este continente. Le doy un sorbo a la copa de vino barato, y me dispongo a pensar. ¿Qué voy a votar? ¿Servirá?

Lo único que me mueve es darle un morrazo en los dientes a algunos, a todos esos que les va bien allí arriba.
¿Les daremos un susto o saldrá lo ya establecido?  Y una vez que salga lo que nos han dicho que debe salir, ¿tendremos la osadía de quejarnos cuando empiecen a tocarnos el estado de bienestar, cuando todo empiece a subir y a ser mucho más caro (como ya empieza a ser)?
Empiezo a tener claro mi voto, pero, ¿lo tienen los demás?
Esta vez nos jugamos mucho, demasiado. Todo está en contra, y quieren dirigirnos más que nunca.
Debemos obedecer, seguir el rumbo marcado, porque si no, nos amenazan, todo irá a peor.
Para mí, lo principal siempre ha ido igual. Debería ser un paria, un excluido, alguien que no participa, porque su situación no va a variar demasiado. Te venden un teatro, una mascarada para que participes. Si no lo haces, te asustan con la llegada del mostruo devorador, que siempre gana, los mercados, el poder financiero. ¿Acaso antes de ahora no existían ya?. Ellos pedían el despido libre, que me bajasen el sueldo, la flexibilidad, la desregulación, la privatización, el eterno ajuste. Todo eso se hizo. Yo no pienso quejarme, salga quien salga. Mi vida no va a cambiar, podrá ir a peor o a mejor, todo dependerá de mi esfuerzo y de la suerte. A ellos no les importa que salga a la calle con pancartas y carteles. Ni que ponga bombas. Siempre estarán dispuestos a defenderse y a criminalizar al rebelde. Por eso, un susto de vez en cuando, un pataleo, no viene mal. Tenemos derecho a protestar, también a callarnos y a seguir nuestro camino, pasando de ellos mientras nos dejen.

Comentarios