Hoy he aprendido en una reunión de padres de la guarde lo que es la
política en general, y no todo es negativo. Las reglas del juego son las
siguientes: los padres y madres hacen la reclamación, por ejemplo, por
el asunto del panga en los menús escolares. La dirección pide a los
padres pruebas documentales para presentar a los proveedores, y los
anima también a quejarse por otros canales. Mientras un grupo reducido
de padres investiga leyes y normas, en los grupos de whatsapp
se pone a parir a la directora sin haberse reunido con ella
previamente. Esas críticas hacen mella en la directora, y por otro lado,
otros padres se reúnen con ella, la presionan y la critican
directamente, pero con buenas formas. La directora se involucra
totalmente y da la brasa a la empresa proveedora, que viendo la
situación a nivel nacional, los costes, su imagen de marca, y la presión
popular, decide no servir el panga ni otros pescados vietnamitas.
Después, en la reunión con los padres, la empresa, de forma profesional,
y sin echarse flores, da la buena noticia. La directora, medio felíz y
medio herida en su orgullo todavía, comienza con un velado chantaje
emocional a los padres, continúa echándose algunas flores y termina
repartiendo amor y pidiendo que hablemos bien de ella y la escuela en
los grupos de whatsapp. Conclusión didáctica: la presión popular
consigue cosas si tiene una sola voz, pero por un lado, hay que dar
cierta caña para involucrar a las instituciones, hay que hacerles parte
de SU trabajo, y cuando el cliente institucional reclama con los padres
detrás a la empresa, ésta, para quedar bien, y porque no le representa
un coste importante, cede. El paso más trabajoso y complicado es
convencer y presionar al político (en este caso, la directora populista y
melodramática del centro). Una vez que esa relación humana (regida por
la emoción y los intereses) está bien encauzada, el resto prosigue de
forma fluída. Entre esto y El Joven Papa, no estoy aprendiendo ná de
política de la buena...
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