Utopías



Hace poco, charlando de manera informal con un amigo, salió el tema del aborto. Yo lo tenía por izquierdista convencido, a veces un tanto diletante, por lo que su opinión me desconcertó bastante. Él piensa que el aborto es una desviación capitalista, unas leyes inventadas por los gobiernos occidentales para que la mujer se quite un problema de encima y siga produciendo y consumiendo. Recordé, y así se lo dije, que el antiguo estado comunista de Rumanía tenía prohibido el aborto, aberración del capital para el socialismo materialista. En realidad, si eso es el verdadero izquierdismo radical, entonces mi amigo era consecuente. Claro que esa teoría me pareció absurda, ya que yo pongo por encima el derecho y la libertad de la mujer para elegir que la del sistema económico del estado-nación donde esa mujer pueda vivir. Cuando hablamos de la vida, de la supervivencia, yo prefiero a la persona adulta, a la madre, que al embrión no formado. Si es un asesinato o no según que normas morales cristianas o anticapitalistas, (veo que los extremos se tocan: el ateísmo moralista y el evangelio), me la trae al pairo. Es una experiencia lo suficientemente traumática como para que una mujer se ponga a divagar si así puede seguir siendo un sujeto productivo o consumista. Ojo, también leí hace tiempo en un blog de no fumadores, la teoría de que el feminismo había sido apoyado por una tabacalera importante americana, porque si la mujer empezaba a fumar como el hombre, los consumidores de cigarrillos se duplicaban. Siempre habrá algún beneficiado por los avances sociales. Desde que la mujer se estresa en el trabajo, seguro que los cardiólogos han visto ampliado el número de sus consultas diarias. ¿Y por eso vamos a negarle a la mujer el derecho de trabajar? Si tenemos que priorizar derechos sobre otros, yo tengo clara mi prioridad: la mujer y el control de la natalidad por encima del sistema económico del país donde vivo. El indivíduo sobre la masa, el colectivo. Si esto es no ser marxista, pues descubro que no lo soy. Ya es un primer paso saber lo que uno no es ó no quiere ser. Estoy un poco cansado de escuchar y leer opiniones conservadoras, retrógradas e intolerantes, que defienden la libertad personal sobre el gobierno progre-socialista escupiéndole valores morales, pensamientos únicos, prejuicios convertidos en ideas filosóficas o éticas cristianas insobornables que se sitúan por encima del sistema, negando el pan y la sal, aduciendo que el gobierno obliga, adoctrina y asesina, cuando lo único que ha hecho es extender derechos sociales. A mí el PSOE no me paga, no soy militante y siempre me he situado más a su izquierda con un pensamiento crítico, pero viendo como el absurdo y la intolerancia de unas presuntas ideas-fuerza se ha instalado desde posiciones extrema-derecha-izquierda para criticar un presunto mundo felíz creado por el dios ZP, no puedo más que mostrar mi perplejidad y situarme en la benéfica duda, en la no claridad de conceptos, en la desconfianza ante valores morales y éticos. Yo no sé nada, cada vez menos. No creo que los valores cristianos sean universales, no me siento capaz de juzgar a nadie sin juzgarme antes a mí mismo, no creo que el anticapitalismo sea la ópcion alternativa a la crísis que estamos viviendo, lo veo más una reacción airada a los abusoso reales del capitalismo financiero y al final de una era económica y economicista, poco humanista. Pero ni veo un capitalismo cristiano en el horizonte, ni veo tampoco una economía planificada. Quien lo analiza todo desde una óptica marxista materialista, cae en el mismo error que el capitalista que nos mide sólo por criterios de beneficio y rentabilidad. La persona no existe, ni su dignidad ni su libertad de elección. Colectiviza su alma. Deberíamos haber aprendido algo del fracaso de las ideologías colectivistas de izquierda y derecha, nazismo, comunismo estalinista y maoísta, neoconservadurismo etc.. El fascismo tiene muchas caras.

Nota : Me doy cuenta que este gobierno del PSOE la ha pifiado con su barniz de progres cuando ha intentado vender su Educación Cívica (Llamada Educación por la Ciudadanía) como una nueva asigantura de Ética light o lo de los bautizos civiles o las bodas gays, pues ha convertido en civil o laico lo que antes tenía un origen religioso, craso error. Lo opuesto a la religión no es el laicismo ni el civismo ni lo ciudadano, sino la no religión, la no ética, el vacío más absoluto. El gobierno no debe intervenir ni a favor ni en contra, no debe educar ni en valores éticos. Debe ser árbitro, juez, mediador. Nosotros, el pueblo, somos los que debemos movernos por la vida desde el respeto al otro. Como indivíduos adultos. Los estados y no los gobiernos, deben darnos las herramientas para lograr la felicidad, como creo que dice la constitución estadounidense y la austriaca. Esa es la utopía humana.

Comentarios

Quique ha dicho que…
Querido Sr. Bagú. Sin duda ese amigo suyo debía de ser (no sé por qué motivo lo pienso) un excepcional bailarín.
No pretendo reproducir lo que ese "dios del parquet" habló con usted acerca del espinoso tema del aborto. Sólo me gustaría hacer una serie de puntualizaciones a su disertación (excelente, como todas las suyas, aunque no esté de acuerdo en gran parte). En primer lugar, creo que es absurdo hablar sobre libertad, ética, moral... todas esas palabras gigantescamente inútiles. Nadie puede acusar a nadie de imponer sus códigos morales, éticos o de cercenar las libertades de los demás, porque, sencillamente, todos lo hacemos, a diario, consciente o inconscientemente. No se puede ignorar que, no sólo, las religiones, sino también las teorías polícas (todas, incluso el anarquismo), los sistemas de gobierno, los derechos humanos, cada pequeño acto que hacemos, cada nimia elección conlleva la imposición de nuestra moral, de nuestra ética, el asesinato de la libertad de alguien. Por eso me dan miedo los políticos que tratan de apoderarse del derecho "divino" de decidir qué es el bien y qué el mal, imponiendo su moral o, simplemente (es el reverso de la misma moneda) censurando a los rivales que tratan de imponer esa moral. Por eso es tan deplorable la actitud de unos, que abominan el derecho al aborto en virtud a sus leyes cristianas; como de los otros, que acusan a los anteriores de tratar de imponer su moral, cuando hacer política y, sobre todo, legislar, es otra forma, tal vez la más implacable, de imponer morales y éticas y de dar libertades asesinando otras.
Por otro lado (y aquí no me voy a extender, estoy tan mayor y cansado, sólo apuntaré)me parece absurdo seguir planteando el tema del aborto en términos de libertades exclusivamente femeninas. El aborto (como cualquier gran cuestión dentro de un estado) es un tema que nos concierne, nos afecta y nos salpica a todos por igual(así por ejemplo, las leyes penales no sólo tratan de recompensar o preservar a las víctimas, sino a toda la sociedad, porque los crímenes los sufre toda la sociedad, el estado y este es el que juzga y condena en nombre de todos nosotros). Por eso creo bastante trasnochado (una postura ideológica más de una izquierda muy perdida hacia la derecha) el viejo leif motive "nosotras parimos, nosotras decidimos". En ese caso, "nosotros no parimos, nosotros decidimos desentendernos de los hijos", y todos sabemos que no es así y pensamos que es justo que no sea así. La paternidad debe ser una cuestión de dos (lo es biológicamente) desde el momento de la concepción hasta el del fin de la patria potestad; no me vale ese "aquí sí, pero aquí no", "aquí decido yo, pero aquí también pagas tú". En fin, repito: estoy cansado. Otro día seguimos.
Un último inciso. Quizá lleve usted mucha razón: no hay dios, ni ideología, ni reivindicación, ni buena o mala idea que no haya pasado por el tamiz de la sociedad de consumo. En este mundo tan avanzado, tan pulcro y justo, valemos lo que pesamos en oro, ni más ni menos.