Apuntar más alto para que las balas no lleguen

TAIKONAUTA

A veces, me da la sensación de que para el pobre, el parado o el simple asalariado, hay temas de los que se opina que son vanos e inútiles, porque nuestra influencia para cambiarlos es igual de nula y escasa.
Por ejemplo, las privatizaciones de servicios públicos, sobretodo las que se hacen con un fín oscuro, de intereses empresariales, y no por eficiencia ni rentabilidad ni mejora del servicio para el ciudadano. Como está pasando en la Comunidad de Madrid.
La gente parece que no se da cuenta de que se está llegando a un punto de no retorno, de retroceso e involución en el estado del bienestar. Peores servicios públicos y privados, sueldos bajos, precios caros y subidas de impuestos indirectos.
Si el primer acto de esta crísis ha sido el aumento del paro, el segundo va a ser la xenofobia y el endurecimiento de las leyes de inmigración.
Es patética la natural aceptación de los escáneres de cuerpo entero en los aeropuertos, fabricados por una empresa americana, pues este país el mayor interesado en que se instalen en le mundo entero. Al igual que hemos asistido al engorde de los beneficios de grandes farmacéuticas que fabricaron deprisa y corriendo las vacunas para la no tan grave ni urgente Gripe A, con la connivencia de la OMS y los principales gobiernos, y vemos con resignación el deterioro de la sanidad pública, y sólo se nos ocurre echarle la culpa a los extranjeros, que no la usan tanto como se nos ha dicho.
Este Nuevo Órden Mundial ya se nos ha echado encima y aún pensamos que podemos mantener el antiguo nivel de vida cómodo y despilfarrador.
Asistimos al espectáculo en el que los gobiernos ya no resuelven los problemas de los ciudadanos, sino que se los crean, con lo cual, estos gobiernos estatales y autonómicos se ponen en contra de los intereses del pueblo. Pero si decimos que esto es el fín de la política y nos empezamos a sentir ajenos al juego democrático, entonces quizá ocupen el lugar de los políticos los empresarios populistas,y los líderes de ultraderecha, gente aún peor y más problemática.
Pero los centros comerciales y los bares se siguen llenando los fines de semana, y el ciudadano-consumidor hace lo que mejor se le da, y para lo que no ha necesitado estudiar : COMPRAR.
Si el ciudadano tiene ya poco que hacer como sujeto político, ¿contará todavía algo como sujeto económico? ¿Usará su escasa influencia para que no suban más los precios, para que haya más rebajas durante el año, para que se cree más empleo, aunque sea más temporal y precario?
Quizá todos esos debates sobre la poca calidad de nuestra democracia y de nuestras instituciones sean tan sólo paja mental de cuatro elitistas intelectuales, pues las masas sólo piden pan, circo (y órden). Pero habremos reconocido el fín de la política, de la democracia como ideal y habremos llegado a la aceptación del mundo-mercado y del hombre como indivíduo-mercancía, tal como es.

¿Qué soy yo, si no un número, algo a lo que se le paga y que en un momento, sobra cuando sale demasiado caro o simplemente por las necesidades del mercado?

Llego entonces a la conclusión, de que al hombre común, al hombre-masa, le puede dar igual qué tipo de fuerza le controle, si un estado de democracia formal o de dictadura personalista o colectiva, ya que la única fuerza real que le modela y le afecta es la del mercado-trabajo. La única libertad real que solicita es la libertad de horarios del comercio, pues la de ir a votar o incluso la de poder hablar libremente no la ejerce con entusiasmo. Una dictadura que le de al hombre el derecho a la propiedad privada, al comercio más o menos libre, y una sanidad y educación gratuita y de calidad con impuestos no muy altos, será una dictadura exitosa. Una dictadura que reparta la riqueza e iguale las clases sociales tampoco tiene por qué fracasar, siempre que sus líderes contengan sus ansias de enriquecimiento a costa de sus ciudadanos.

A los chinos no les va mal del todo...

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