Con esa mentalidad caudillista que tenemos los españoles, admiramos a los políticos que parecen claros y directos, que presumen de carácter fuerte y vehemente. Pero no confundir vehemencia con sensatez ni bonhomía. Verlo venir no significa que el puñetazo duela menos. Esperanza Aguirre, por ejemplo, la antigua presidenta de la Comunidad de Madrid, parece un verso suelto, y que va por libre. Pero lo que hay que juzgar en los políticos son sus acciones, no lo que dicen ni cómo lo dicen ni en qué momento. Tenemos que autoeducarnos para aprender a ser críticos con el poder, a desconfiar de quien manda. No hay que pensar que los gobiernos siempre dicen la verdad. Ellos sólo miran por su propia supervivencia, y te dirán lo que quieras oir sólo para salvaguardar sus propios intereses. La única manera de que un político mire por el interés común, es que quien le pague le haya puesto ahí, por ejemplo, un lobby de ciudadanos. Son muchas pequeñas aportaciones ciudadanas las que han puesto a Obama en el cargo, además de los millonarios y las corporaciones de siempre. Si un político sólo le debe su cargo al pueblo llano, y no a los empresarios ni a los bancos, algo cambiaría en nuestras democracias. Pero eso por ahora, es una bonita utopía..
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