Trepas de la política y ascensor social

Los partidos políticos que gobiernan se convierten en oficinas de colocación para afines (amigos, familiares y pelotas), lo que es comprensible en un país donde tener un trabajo es un privilegio, no un derecho. Con 6 millones de parados y en un mercado laboral donde los ejecutivos cada vez cobran bonus más altos, se entiende que los alcaldes se suban ellos mismos los sueldos hasta vivir como nuevos ricos. Nos metemos con Cospedal, Felipe González, Bono, Aznar etc.. por cobrar muchos sueldos y vivir como millonarios, gente a la que la política le ha facilitado ascender de clase social y codearse con los ricos y poderosos de verdad, y no analizamos que hemos sido nosotros con nuestro voto quien les ha facilitado esa ascensión social. Les envidiamos, queremos sin embargo, ser como ellos. Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, y otr@s, se ponen la mantilla y se arrodillan por un lado, y por otro, ponen el culo para seguir en la cima. Son los nuevos trepas. Se codean en las fiestas y presentaciones de libros, en los eventos y actos de la élite, con los grandes empresarios, con los deportistas famosos, con la vanguardia poderosa extranjera, van a sus reuniones en Davos, del club Bilderberg, y allí pergueñan políticas que nos darán por detrás a todos. Pero eso nos pasa por votar a gente del barrio de Salamanca, de la Moraleja, del pijerío madrileño o de provincias. En Colombia, en la India, tienen una sociedad estratificada en decenas de clases sociales. Por lo menos, saben donde está cada uno y no se hacen ilusiones vanas ni se engañan. No se creen ricos. Aspirar a ser ese 1% que lo posee todo es una utopía. Nunca llegarás, nunca te dejarán. A pesar de todos estos pensamientos, me doy con un canto en los dientes por tener un hospital (por ahora público) cerca. En otros lugares, se mueren por no tener asistencia sanitaria.

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