Qué pena, qué lástima.

A ver si nos vamos enterando que comunista de verdad no es nadie en este país, quitando algunos leninistas del PCPE. La mayoría de los partidos o plataformas de izquierda alternativa son postcapitalistas o reformistas, mayor o menormente influenciados por cierto libertarismo. Defienden el asamblearismo, la autogestión, mayor presencia del estado y regulación de los mercados financieros. O sea, cosas bastantes normales que antes no era patrimonio de ningún partido, sino del bien y el interés común. Qué pena que tenga que ser ahora la izquierda la que defienda algo tan básico en la sociedad, el contrato social, un pacto por el trabajo, que lo público sea público y no privado, que la energía, la enseñanza y la sanidad sea propiedad del estado, que somos todos nosotros. Qué lástima que el capitalismo se haya convertido en saqueo y en la dictadura de unos pocos. Antes esto no se cuestionaba, quiero decir, a la empresa le interesaba que el trabajador, el empleado, viviese con dignidad, había un acuerdo intrínseco, obviamente no perfecto, entre las partes. Se intentaba un cierto equilibrio para que existiera paz social. Pero desde que nos vendieron la moto de que todos podíamos ser ricos, lo cual es mentira, esto se ha convertido en una puñetera jungla de todos contra todos, sobretodo de unos cuantos privilegiados contra el resto. Han arrasado con todo y ha quedado hecho un baldío. Y ahora hay que comenzar de nuevo. Qué pena, qué lástima.

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